El tema es que me he echado una siesta española (de 3 a 4) y he tenido un sueño que me ha molao bastante. Quería contarlo y solo quiero avisar que puede que en algunos momentos la melosidad de mis descripciones te haga vomitar como a Ron Weasley con la tramababosa de Draco (acotación friki) y odio expresarme así peeero..... te jodes, me jodo, nos jodemos. Puede que el sueño no sea tan largo solo que hay cosas que se saben ya según estas soñando, me refiero a la historia de la gente, porqué estás ahí, etc. Por eso es que yo te voy a contar todo como si de una historia se tratara sin dar nada por sabido.
Pero aún así ya dije que escribiría lo que me saliese del rotulador púrpura, así que empiezo que se me olvida.
EL SUEÑO
Conducía por una zona costera de algún pueblo español con la intención de volar una cometa con forma de paraguas que había hecho mi nieto. El lugar que había elegido era un cerrito desde el que se veía el mar y tenía la suficiente altura para que el viento soplase con toda su fuerza. mientras iba conduciendo no tenía recuerdos, sólo sabía que era un señor mayor de 70 años y que me invadía un profundo sentimiento de soledad.
¿Habría perdido a mi familia en un accidente?¿ Les habría "abandonado" para ir tras mis propias metas personales y ya no querían saber nada de mí? Más parece la segunda opción ¿verdad? Sentía que era culpa mía haber perdido a mi familia y lo único que me quedaba de ella era la cometa de mi nieto que había hecho para que voláramos juntos y que nunca lo hicimos (definitivamente, les abandoné en pos de mis logros).
Es curioso que iba conduciendo un Renault Mègane del 98, curiosamente el coche que utilizo en estos momentos para moverme. Nada era futurista aunque yo fuese un reseco octogenario. Solo era carretera, algún pueblo perdido a mi izquierda de cuándo en cuándo y el mar, siempre un océano gris a la derecha, gris como los nubarrones grises, como la tierra gris, como las plantas luchando para declarar su verdor pero vencidas por el consenso de todo el paraje.
Seguía conduciendo y el mar estaba tan turbio como bravo, había un silencio atronador solo roto por el derrumbamiento de las olas contra la arena y roca. seguía con mi sentimiento de soledad, de haber fallado a los míos y de estar pagando por ello. Pero tenía la oportunidad de volar esa cometa confirmando así mis verdaderas metas: los de aquí, la gente de ahora, la que verdaderamente importa. Y tenía solo hasta el anochecer, no se, quizá estaba muriendo y el ocaso del sol coincidiría con el extremo más occidental de mi vida. Quizá no, me estaba muriendo.
Quería dedicar el último momento de mi vida a los importantes que yo abandoné (ya sin comillas) y en especial a mi nieto volando esa cometa en forma de paraguas que hizo para ambos y que nunca volamos. Los últimos momentos de mi vida serían para vosotros, es lo único que puedo hacer, después de 80 años sin haceros caso dedicaros ese momento, esas horas últimas volando esa cometa. Es lo único que me queda de ellos.
Pensando en todo esto tomo otro desvío y me meto de lleno en una obra que trataba de reformar un lugar que yo sabía que era un antiguo orfanato ¿Y mi cerro, mi lugar de paz? Ya son las 6 de la tarde y no me da tiempo a volver. Me quedo en una esquina entre barracones y grúas con la puerta del conductor abierta pensando: " Solo iba a conectar una vez en mi vida con mis seres queridos y acabo en este barrizal, moriré solo, eso es un hecho. Y no habré sido capaz de de hacerles ni un guiño"
De pronto las nubes comienza a descargar sobre el paisaje gris un calabobos. ¡¡ Y yo soy el más bobo de aquí así que..!! pensé. Cogí la cometa, salí del coche, el barro manchaba mi traje mientras corría intentando elevar la cometa. El viento tormentoso ayudaba a elevar más y más ese volante, los obreros corrían tras de mí: ¡¡¡ aquí no puede estar!! ¡¡ se va a hacer daño!! ¡¡ pararlo, cogedlo!! decían. Yo seguía cumpliendo mi sueño de dedicar mis últimas horas de vida a mis abandonados y después se hizo la noche. Y el lugar era totalmente nuevo aunque antiguo. los obreros que reformaban en orfanato fueron los niños que lo habitaron.
El edificio era poco acogedor la verdad, solo era blanco y con ventanas. Pero desde la misma entrada hasta la playa había un jardín verrrde, verrrde. También tenía pinceladas rrrojas, rrrojas. Palmeras de las que colgaban plátanos amarilllos, amarilllos con una pinta espectacular, cerezos en flor... Había también unas tenues farolas que iluminaban el camino que atravesaba el jardín hasta la playa. Y todo era iluminado por las estrellas que brillaban como si no les importase gastar toda su energía en ese momento.
Serían las diez y media y los chavales se miraban a los pies en sus camas, todos cabizbajo y tristes porque estaban allí y no con su familia, no eran capaces de apreciar toda la belleza que les rodeaba en ese instante, siempre estaban idos. Solo se les veía a través de las ventanas cerradas a cal y canto y persianas a medio bajar (subir para optimistas).
De repente alguien me toca el hombro y.... AAaaAAhhHH¡¡ Es mi mujer (que ahora mismo no me acuerdo como era, creo que era pelirroja o con un pelo raro). Y estaba acompañada de mis hijos y nietos. Y me dice- Tendremos que hacer algo con estos críos ¿no?- como si núnca hubiese pasado de ellos.
-¿Cómo?- pregunto.
-Mírate la mano derecha- me ordena.
La cometa había desaparecido y tenía una batuta o varita mágica de los sueños.
Entonces lo primero que hice fue abrir ventanas y persianas de las habitaciones de los niños con tal fuerza que se asustaron algunos, mientras mi mujer con su creaba ráfagas de viento que hacían volar torbellinos de flores de cerezo, por su lado los hijos abrían un armario enorme del que salía una especie de Banda Sonora Onírica. Los niños se asomaban para ver el espectáculo de cometas de mi nieto, llegando a manejar 10 a la vez en una danza que no se ni cómo explicar.
Veía la sonrisa de los niños antes tristes y sentía que por ese último momento, fuera real o no, en mi sueño había valido la pena esperar 80 años. Alucinaban, los protagonistas en realidad eran mis nietos que mientras uno hacía espectáculos aéreos al son de la música, otro tiraba cohetes artificiales al mismo ritmo. Otro de ellos entraba en el edificio encendiendo todas las luces y llamando a todos a la playa al grito de ¡¡Marica el últimooooo!!
Sale hasta la Luna a ver que cojones pasa y el Sol, apagado, para respetar la noche con legítima curiosidad.
Todos disfrutan porque hemos logrado transmitir a esos niños tristes nuestra visión de su situación. Ya no son niños abandonados por sus familias en un lugar vacío. Ahora son chavales que viven en un paraíso las 24 horas del día con sus colegas, convertimos entre mi familia y yo un infierno de soledad en una especie de país de nunca jamás.
Lo último que sentí fue alegría por lo que habíamos creado y porque lo había hecho con los que jamás pensé que recuperaría. Un abrazo de mi mujer puso el broche final.
Te lo advertí, había melosidad a destajo, pero estas cosas no se explicarlas de otra manera... Ya escribiré una entrega con más buen rollete si me apetece (o no).
pufff lo he releído y odio escribir así.... dudo si publicarlo o no... Si lo estás leyendo significa que he cogido aire y he pulsado PUBLICAR mirando pa otro lado.
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